martes, 11 de marzo de 2008

¡Ay mujeres!


Comienzan desde pequeñas, nada mas nacer. Son tan frágiles, tan pomposas, tan redondítas, tan …tan. En fin son así.
Cuando comienzan a crecer son "muy monas". Los chicos a pesar de que durante un tiempo parecen seguir el mismo camino que las bebés, son más brutotes, sin embargo ellas a pesar de sus torpezas al caminar parecería que flotan en el universo de su niñez.
Llega la edad de la niñez y se les ve frágiles, incluso débiles, a veces tristes, a veces desbordantes de alegría. Algunas por el contrario compiten con sus amigotes los chicos y a la hora de ser "brutas" son las número uno, no tienen medida y en cada acción demuestran que son únicas. A pesar de todo, esa "brutez" es elegante y refinada y llegado el momento se muestran frágiles y sensibles.
En su edad "teen" descubren su lado -camelador-. Comienzan a entrenarse con papá. Descubren que la seducción femenina es un arma que pueden emplear en cualquier momento con una eficacia sin límite. Los papás caen rendidos a sus pies para desconsuelo de las mamas que comienzan a ver a sus hijas como competidoras en el arte de la seducción. En el ámbito externo de la casa las únicas víctimas posibles son los profesores, los chicos de su edad aún no tienen madurez suficiente para comprender, ellos en lugar de cabeza tienen un balón de fútbol. Los profesores se ven acosados por unas "mocosas" que tienen un encanto particular, son niñas y sin embargo comienzan a utilizar las armas de mujer de una manera descarada, entre otras razones porque aún no conocen los límites hasta los que pueden llegar.
La veintena es la edad de oro. Son inteligentes, bellas, saben "latín" en comparación de los chicos de su edad que aún siguen con el balón en lugar de la cabeza, el curso de seducción lo han pasado "Cum laudem" después de haber puesto a sus pies a papá, los diferentes profesores, algún que otro compañero de aula, a los amigos de sus hermanos y si tuvieron la oportunidad a algún deconocído que se atrevió a cruzarse en su camino.
A partir de los veinticínco y toda la treintena es la edad de oro femenina. Esto no quiere decir que haya barreras bien definidas, Algunas comienzan antes y algunas no terminan nunca. Unas se estancan en los dieciséis y permanecen allí toda su vida sin evolución ninguna, otras envejecen a los quince y continúan en esa situación hasta el fin de sus días.
De los veinticinco al final de la treintena la mujer es piropeada continuamente, por su belleza, sabiduría, perspicacia, sensibilidad, espíritu de solidaridad, derroche de energías, capacidad de amar, disposición para las aventuras más locas…y un etc que no tendría fin.
En la cuarentena comienza la época de las autopreguntas. ¿Habré hecho bien esto, lo otro, lo de más allá? ¿El camino como mujer, que he recorrido hasta ahora, ha sido el correcto o podría haber desarrollado otras habilidades y capacidades? ¿Realmente soy lo que debo ser o me estoy engañando a mí misma desde hace años? ¿Mi marido/amante me ama realmente? ¿Mira más a las otras? ¿Estoy perdiendo mi capacidad de seducción?....¿No me he encerrado demasiado en mi jaula dorada y he dejado de ver lo que sucedía a mi alrededor con una mirada más crítica? Antes de que envejezca más ¿no debería experimentar otras posibilidades para poder comparar? ¿Me estaré perdiendo algo especial?
En la década de la cuarentena todos los experimentos posibles se acumulan, no están seguras de nada pero, al mismo tiempo, no quieren dejar nada de lado. Todo es interesante.
La cincuentena es un problema.
No se es jovencíta pero tampoco viejíta.
La cincuentena provoca una corriente de depresiones que no deberían existir.
Señoras mujeres, la cincuentena es la mejor época de sus vidas. Tienen poco que aprender. Si los han tenido, sus hijos son independientes, están comenzando su carrera vital, no la necesitan. Normalmente su vida necesita de pocas cosas. ¡Disfruten! Vds. son activas en todos los planos vitales. No se preocupen de nada. Al final de la cincuentena comenzarán a sentir la enfermedad más grave para una mujer "la transparencia".

La transparencia puede definirse como la capacidad que toda mujer mayorcíta tiene para pasar delante de un hombre y que éste no se digne volver la cabeza para observarla.

¿Quedó claro? ¿Quien da más? Esa es la verdadera enfermedad de las mujeres mayorcítas, no es ni la menopausia, ni el reúma, ni el abandono natural de los hijos, NO, es "la transparencia".

Cuando llega la sesentena las formas femeninas cambian y la edad comienza a apreciarse en lo que se llama "las patas de pollo". No es ninguna broma, los muslos que rodean la tibia y el peroné toman la forma de un muslo de pollo, gordíto por arriba y flaquíto por abajo. (En este momento estoy seguro que todas las lectoras de éste blog están verificando su edad biológica con referencia a la evolución de su "muslo de pollo") ¡No se preocupen!, es sólo una teoría, muy extendida eso sí, pero en todo caso una teoría.
En las décadas de los setenta y siguientes se está de vuelta de todo. Los valores que parecían indestructibles e in-negociables se ven con otra óptica más ¿realista? o simplemente ¿diferente?. No podría poner un apelativo a esa diferencia. Lo que antes era blanco o negro ahora tiene un cantidad de matices que resulta realmente difícil definir algo de una manera categórica y precisa.
Yo creo que es -la humanidad-. Ven todo de una manera más humana, no se espantan de nada y los únicos espantados suelen ser los hijos, nietos y demás allegados :
¡Caramba con la abuela! ¡Quien nos lo iba a decir!

Inseguridad, inocencia, picardía, exuberancia, amor, sensibilidad, madurez, curiosidad, "transparencia", humanidad, eso es una mujer.

lunes, 10 de marzo de 2008

Isla Cristina


El 20 de Diciembre de 1983 había sido una jornada muy larga.
Después de trabajar todo el día en Bilbao cogí mi coche y durante toda la noche viajé.
Cuando amaneció estaba en Isla Cristina, Huelva, aproximadamente 1000 Km.
Aquel viaje no era para ir a la playa, debíamos terminar un trabajo antes de Navidad y para eso estaba allí.
Mc Gregor hacía tiempo que se desvivía para poder terminar y sin pensarlo dos veces el día 21 comenzamos a toda máquina. Cuando la noche llegó aun seguíamos en la brecha.
Unos cuantos técnicos de TVE controlaban las emisoras.
De repente comenzaron a gritar: ¡ Goool !, ¡ Goool ! una y otra vez.
Al principio pensamos que podía ser real pero al cabo de cierto tiempo la cantidad de goles gritados era tal que más parecía una chirigota que algo real.
Nosotros seguimos con nuestro trabajo.
Cuando aquella escandalera terminó y nos relataron lo acontecido no lo podíamos creer: España había ganado 12 a 1 a Malta y como necesitaba once goles de diferencia para jugar la Eurocopa de 1984, resultó clasificada dejando eliminada a una potencia futbolística como Holanda ¡ Increíble !.
Después de NO haber visto el partido pero SI haber compartido la euforia nos fuimos a cenar.
En Isla Cristina por aquella época había unas sepias magníficas.
En los días anteriores a Navidad no había ni un sólo turista y eso hacía que la tranquilidad reinara en el ambiente general del pueblo. Solíamos cenar en un bar de pescadores locales que disponían de unas sepias como nunca después volví a comer en ninguna parte. Todas las noches sepia a la parrilla con un poco de aceite y ajo, ¡ Magnífico ! .
El 22 de Diciembre, durante toda la mañana, escuchamos de fondo el canto de los niños de San Ildefonso con su adormecedora melodía de números. Tampoco nos tocó la lotería.
La tarde del 22 escuchamos una rara historia de secuestro y posterior asesinato de la hija del propietario del Hotel donde nos hospedábamos. Era una historia bastante extraña y como tal no quisimos hacer ninguna pregunta que pudiera inducirnos a una congoja mayor.

Las calles solitarias, las noches negras sin luna, el trabajo intenso y agotador, sin horarios, nos tenían un poco descentrados.

La noche del 22 habíamos cenado y como a veces la cocina con ajos de por medio resulta un poco pesada, salimos a dar un paseo antes de ir a descansar. Estos paseos nocturnos suelen ser silenciosos y reflexivos.
Todo marchaba muy bien, incluso se oía alguna alimaña nocturna sin que por ello nos produjera desasosiego de ningún tipo, ellas a lo suyo y nosotros a lo nuestro.
Caminábamos silenciosamente cuando de repente un automóvil encendió su motor delante nuestro. No pusimos demasiada atención. El automóvil comenzó a caminar en nuestra dirección con las luces apagadas, un despiste, pensamos. El automóvil continuó su camino y cuando estuvo más cerca descubrimos con asombro que no había conductor al volante. Nos apartamos y nos pasó al lado para ir a estrellarse contra una esquina. A continuación se produjo un incendio.
No comprendíamos nada pero no debíamos de haber sido los únicos en verlo.
La Guardia Civil apareció pocos minutos después del incidente y desconectaron la batería. ¿Un cortocircuito? ¿Un fantasma que nos perseguía? ¿Una mala digestión? ¿Un atentado? ¿Ninguna de estas cosas? Fuera lo que fuera el susto no nos lo quitó nadie y sin embargo, nadie se sorprendió.
El día 23 terminamos nuestro trabajo y volvimos a "comernos las uvas" con nuestras familias.

Nunca después volví a Isla Cristina, sus fantasmas, asesinatos, sus sepias, sus trabajos quedaron allí para siempre y hasta hoy no los recordé.

martes, 4 de marzo de 2008

Espacio neutro

No conozco dos personas que se encuentren realmente de acuerdo en todo lo que se plantee, seria demasiado aburrido, sin embargo tengo el firme convencimiento de que con un poquito de buena voluntad todos llegaríamos a encontrar un punto de encuentro común que nos hiciera ver las cosas con menos criticismo oponente y con mas voluntad de solucionar los pequeños problemas de cada día. He dicho los pequeños problemas de cada día por que en realidad los grandes problemas no existen, éstos son una acumulación de pequeños problemas, nada más.
Todos los cuerpos están compuestos de átomos y en cada átomo existen tres partículas básicas, dos de ellas extremas: electrón con carga negativa y protón con carga positiva, y un punto de encuentro llamado neutrón, con carga neutra. Los imanes tienen el polo positivo en contraposición con el polo negativo y en su centro una zona de encuentro de los dos, neutra.
El carácter de los seres humanos no es diferente. Dos personas exactamente iguales no pueden subsistir juntas durante mucho tiempo, imagínense la escena: cuando una persona va a decir algo, la otra persona ya lo ha adivinado ¿no resulta demasiado predecible y desbastador? Creo que sí.
Hay gente que pasan la vida huyendo de algo, buscando algo, siempre en disconformidad con el entorno, sin darse cuenta qué es lo que buscan, cuando en realidad lo único que buscan es huir de si mismos. Puede ser que ese "sí mismos" solo sea una hipótesis existente únicamente en su mente, un sueño, un dislate, una idea preconcebida sin ningún viso de realidad, una locura.
Pasamos la vida buscando la mayor de las utopías, la felicidad. La utopía que no existe nada mas que en nuestra mente. Alguien nos la ha transmitido. La vida sin esa utopía sería una condena.
Todo el mundo encuentra la felicidad en algunos momentos de su vida, solo algunos momentos.
Para unos puede ser el poder seguir viviendo cada día que pasa. Para otros cualquier frivolidad insignificante. Para unos será el comer, para otros el comprar una lujosa mansión. Todos apreciarán su momento de felicidad de la misma manera aunque los extremos estén excesivamente alejados.
¿Cual es el punto medio en estos casos? Esa es la pregunta del millón. En estos casos no hay un punto medio fijo, las leyes de la física no cuentan.
En la química de los sentimientos intrapersonales no hay barreras, ni extremas ni centrales, no hay algo que esté bien o algo que esté mal, todas las posiciones son válidas y al mismo tiempo inválidas, los términos medios resultan imposibles de determinar.
Existe el arriba y el abajo, la derecha y la izquierda, el bueno y el malo, el guapo y el feo, el gordo y el flaco …pero no existe el que tiene la razón absoluta y el que no la tiene en absoluto, esos parámetros son etéreos, inexistentes de por sí.
No vale huir, siempre nos encontraremos a nosotros mismos, ya sea en el camino de ida o en el camino de vuelta.